Dando la Brasa

Con motivo de mi cumpleaños el pasado mes de marzo fuimos a comer a Dando la Brasa. Este restaurante está situado en la calle San Francisco, en la esquina con Arechaga. La zona de Bilbao la Vieja es uno de mis barrios preferidos de la ciudad.

Llevaba mucho tiempo queriendo ir, mínimo un par de años, así que cuando el plan inicial que tenía pensado para mi cumpleaños falló (la mayoría de gente no podía quedar a mediodía y yo tenía pensado hacer un brunch) me dije: me voy a comer al Dando la Brasa.

Y allí que nos fuimos con la idea de elegir el menú degustación. Siempre que voy a un restaurante por primera vez elijo esta opción si hay disponibilidad. Me gusta hacerme una idea genérica de su carta sin volverme loca decidiendo y normalmente estos menús son una buena carta de presentación de lo que representa su cocina.

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Fuimos los primeros en llegar al comedor y nos acomodamos en una mesa pequeñita. El comedor interior es pequeño y acogedor, la decoración se basa en mesas de madera, la nuestra era una antigua máquina de coser, sillas de diferentes modelos, un gran banco corrido con cojines (me tuve que poner dos porque sino no llegaba a la mesa; sí, soy pequeña pero mi marido que es más largo que un día sin pan también estaba bajito en su silla), cajas de frutería en las paredes, azulejos con solera… me gustó mucho. Me gusta que lo «añejo» y «viejuno» estén de moda.

Cómo no sabíamos si elegir el cinco o siete pasos preguntamos si podíamos empezar por el de cinco pasos y al llegar a la carne decidir si queríamos ampliar al de siete o pasar al postre. No nos pusieron pegas, perfecto.

Antes de traernos el cebiche mientras íbamos probando el vino y el pan (muy rico por cierto, punto a favor que el pan sea bueno 😉 ) nos trajeron un «aperitivo». Un maíz frito y especiado muy rico, pero según mi punto de vista eso no es un aperitivo de un menú. Es algo que está genial si vas a tomarte una cervecita o un vinito y te lo ponen… pero como en Bilbao ni Dios te saca nada con una ronda así nos va…

Y llegó el cebiche. El cebiche es un plato que hace 10 años apenas se conocía y ahora hemos llegado al punto de que a cualquier cosa se le llama cebiche o especie de cebiche… jejeje. En este caso se trataba de un cebiche auténtico 100%, un atún rojo delicioso aliñado con sake y yuzu. Con una original pipeta de salsa de jalapeños para darle el puntito heavy y un acompañamiento de quinoa roja, algas y huevas de pez volador. Estaba de 10.

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Continuamos con unas mollejitas de ternera a la parrilla. La carne estaba espectacular, jugosa, tierna, muy bien hecha y con un sabor a parrilla muy potente. El chimichurri muy sabroso. En lugar de las chips de boniato que rezaba el menú nos las sirvieron con mini-calabacines al dente y quinoa roja.LogoLicious_20170420_101455

Y llegó uno de los platos que más esperábamos. Nos habían hablado muy bien del Black Cod o Bacalao Negro. Yo personalmente tenía mucho interés en este plato debido a que varias personas me lo habían recomendado. Esto siempre es así, cuando tienes el listón alto algo falla. En este plato en concreto falló el punto, estaba demasiado hecho. Fue una pena porque la salsa miso que lo acompañaba estaba buenísima, si hubieran puesto más cantidad no nos habría resultado tan seco el plato. La guarnición estaba muy buena, las chips, tubérculos, algas, encurtidos… todo muy rico. Pero nos costó un pelín terminar el pescado, una pena.LogoLicious_20170420_101422

También quiero comentar que a estas alturas del menú habíamos acuciado un servicio extremadamente lento que nos estaba dificultando un poco el disfrute de la comida.

El último plato del menú de cinco pasos era el centro de chuleta u ojo de bife. Fue la guinda del pastel. La carne te la presentaban en plato pero era metálico y debajo llevaba una brasita. La guarnición, como debe ser, patatas o papines y tubérculos… con salsita chimichurri. El punto de la carne perfecto. El sabor espectacular. Muy tierna y jugosa.

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En Dando la Brasa se definen como #somosbraseros y lo bordan. Viva la Brasa!!!

En este punto decidimos que nos quedábamos ahí, en el cinco pasos. Así que esperamos al postre. El tema de los postres en los restaurantes… siempre es el mismo. Primero, que sean caseros. A veces cuesta mucho encontrarlos. En este caso punto salvado. Segundo, que esté a la altura del resto del menú, que sea rico y te deje un buen sabor de boca. Es el final de tu visita, tu último recuerdo. En este caso punto a medio salvar. A veces se peca de complicarse demasiado en el postre y otras se peca de lo contrario. Yo soy defensora de los postres sencillos pero en este caso me resultó demasiado simple. Estaba bueno pero me esperaba algo más.

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Yogur con papaya, mango y coco. Con peta zetas. Poca elaboración. Sí, unos ingredientes buenos; pese a no ser de temporada el mango estaba muy rico. La papaya buena. Un postre refrescante pero que para mi gusto se podría mejorar.

En general me gustó mucho, la comida estaba muy buena y el precio no me parece nada excesivo. Otra cosa que me llamó la atención es el tema de las guarniciones, creo que se repiten demasiado las algas, la quinoa roja, los tubérculos y las huevas de pez volador. Quizá haya sido casualidad en el menú, aunque no lo creo.

Y llegó el momento de irnos, cuando pedimos la cuenta comentamos que el servicio había sido lento y nos pidieron disculpas. Nos comentaron que ese día iban desbordados y que no habían podido sacar el servicio más ágil.

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Cuenta con un par de chupitos-bombón de chocolate

Justo en ese momento, la mesa de 10 comensales que teníamos al lado y que nos había amenizado la comida nos dijo que si nos molestaba algo. Creo que pensaron que nos habíamos quejado de ellos cuando no fue así.

De hecho escuchamos sus historias varias durante toda la comida. La vida de la gente es muy variopinta y les encanta exponerla en un tono elevado. Nosotros también hemos ido en grupo a comer en otras ocasiones pero creo que hay que saber estar y adaptarse a la situación. No es lo mismo en una sidrería por ejemplo o en un gran restaurante con una distancia mínima, que en un pequeño comedor acogedor.

De todas formas, esta discrepancia no enturbió para nada un día fantástico que continuamos celebrando por el barrio y el Casco Viejo y que terminó con una grata sorpresa: clases de baile de Lindy Hop con amigos a los que hacía meses que no veía 🙂

Anécdotas aparte, estoy segura que volveré a  Dando la Brasa a comer o cenar… en menú del día o a la carta, no lo sé pero os lo recomiendo. También está genial para tomarte algo o picar cualquiera de sus platos. Nosotros volvimos el Lunes Santo con motivo de la Ruta del Pintxo Nazareno y nos tomamos una ronda muy a gusto.

Iniciativas como ésta me encantan!!! Gracias a todos por leer. Besos!

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